El desafío pendiente de educar para el emprendimiento - Reblogueo desde Asech.
02.11.2012 08:59
Según el reporte 2012 del Global Entrepeneurship Monitor, Chile es uno de los países con más actividad emprendedora del mundo, con 1.7 millones de personas. Sin embargo, dentro del ecosistema emprendedor existe consenso a la hora de afirmar que Chile carece de una cultura emprendedora, lo que es especialmente evidente en el ámbito académico, y en la falta de mallas curriculares y docentes que promuevan este camino.
Esta desconexión entre el ámbito educativo y el empresarial se explicaba hace diez años por las pocas las instituciones que jugaban un rol en la creación de nuevas empresas y por la falta de experiencias para la formación y educación de emprendedores. Sin embargo, hoy no hay excusa: falta fomentar entre los estudiantes la innovación y la creatividad, no solo en las escuelas de ingeniería de las universidades tradicionales, sino de manera transversal y desde la educación primaria. El emprendimiento es una vocación y un estilo de vida, por lo que debe implantarse en los primeros años del desarrollo de una persona, y reforzarse a través de su educación.
Aunque grandes emprendedores han probado lo contrario, la teoría demuestra que la edad es un factor limitante a la hora de emprender, tanto porque se pierde la disposición a asumir riesgos, como porque las responsabilidades alternas aumentan con el paso del tiempo.
La educación es un camino que nunca termina y en que cada paso te prepara y te hace fuerte para el siguiente. En ese sentido, la educación primaria que predomina hoy en Chile está orientada a la universidad y luego a la empleabilidad, alienando las condiciones emprendedoras de miles de niños que poseen características idóneas.
Lamentablemente, a nivel de políticas públicas, no existen modelos sólidos de emprendimiento, que sean valorados por la sociedad. Pero además, hace falta romper los eufemismos culturales que rodean el emprendimiento en Chile. Lo que la sociedad chilena no ha entendido es que el emprendimiento es transversal a todos los estratos socioeconómicos, lo que se traduce en la necesidad de fomentar la creatividad y la innovación desde la educación, con especial atención en los sectores vulnerables, a través de políticas activas de implantación. Para ello, también es importante educar a todos los actores que interactúan en el proceso educativo (padres, profesores y alumnos) y, a nivel familiar, estimular el desarrollo de competencias y habilidades blandas que le permitan a una persona enfrentarse a un camino de alto riesgo.
No esperemos hasta la educación superior. No hagamos del emprendimiento un privilegio, hagamos de él un derecho. Enseñémosles a nuestros niños una nueva cultura del máximo esfuerzo, donde el límite no sea un escritorio grande y un puesto bien remunerado, sino una idea capaz de transformar multitudes y de hacer un aporte a la sociedad.
Por Constanza Anguita
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